A Dency...

Alejarse de la seguridad del hogar no es fácil, no importa la edad que se tenga. Irse a otra ciudad, a otro país, e incluso a otro continente, dejando los afectos atrás, es asunto de valientes.
Definitivamente, el mayor problema es empezar de cero e ir estableciendo relaciones con las personas que vas conociendo. Todo es nuevo para ti, y de cada experiencia debemos tomar lo bueno y asimilar lo negativo como un aprendizaje que nos ayudará a crecer como personas.
Pero qué agradable es, cuando en el andar, en la búsqueda de la amistad, del apoyo, nos topamos con gente buena, de esa que es difícil de conseguir, pero fácil de apreciar y respetar. Es aún mejor cuando a una de esas personas la consideras el padre o la madre que tanto añoras y que a su vez, ella también te mira como una hija, sirviéndote de guía y orientación cuando tienes algún problema.
Y eso ha sido Dency Molero para mí aquí en Coro. Nos conocimos gracias a que formamos parte de un equipo de trabajo bastante interesante: nada más y nada menos que la Comisión de Transformación del IUTAG en Universidad Politécnica, creada en febrero de 2008, y en cuyas reuniones y durante el intercambio de ideas, descubrí al ser tan valioso que es ella.
No es persona fácil –creánlo- porque es una mujer de ideales firmes, analítica y acuciosa, que no se conforma con respuestas banales, no. Ella investiga y hace seguimiento hasta dar con el fondo del asunto. ¡Es que es Ingeniera Química y claro, tiene que llegar a la composición molecular de las cosas!
Lo increíble es que aún siendo una persona de carácter recio, transmite una imagen y seguridad maternal como pocas, porque siempre pretende ayudarte y te aconseja como sólo una madre sabe hacerlo.
Resulta que hoy, luego de veintitantos años en el IUTAG, Dency se va, (piensa ella), después de haber estado jubilada ya, pero dirigiendo exitosamente desde el 2006 el Departamento de Postgrado de la institución. ¿Pero ustedes creen que en serio se desligará de este tecnológico casi convertido en Universidad Politécnica? Hummm, yo pienso que no, pues los amores verdaderos nunca se olvidan. Y eso ha sido el tecnológico para Dency, un eterno amor, así como lo ha sido su familia, su hija, su profesión, la naturaleza y la educación.
Quien conoce a la profesora Dency se lleva una buena impresión, porque es una mujer conciliadora, que no se queda callada ante las injusticias y que sabe hacer frente a las adversidades. Es un ejemplo de buena gerente, pero también de madre, hija, hermana y amiga; pero sobre todo, de digna revolucionaria, amante de la patria buena que Bolívar soñó.
Y es que la revolución no se hace vistiéndose de rojo rojito ni gritando a los cuatro vientos cuán socialista se es. No. Revolución se hace predicando con el ejemplo; ayudando al prójimo; asumiendo las responsabilidades y comprometiéndose con un cambio verdadero, que vaya desde el alma del ser humano, hasta la huella que deja en la tierra. Revolución se hace asumiendo los posibles errores y transformándolos en aprendizaje. Revolución se hace amando y dejándose amar, educando y formándose constantemente. Revolución se hace siendo madre, guía, camino a seguir y orientación. Revolución se hace siendo como Dency.
Por todo lo anterior, la Universidad Politécnica Alonso Gamero, Falcón, Venezuela y el mundo, necesitan mujeres de temple como Dency, que amen y enseñen a amar; que ayuden a organizar el caos en que vivimos, y que de un modo inteligente y generoso, sepan reírse y disfrutar de lo bello que ha hecho Dios.
Necesitamos batallones de Dencys luchando por la Venezuela del siglo XXI; por eso la profe no se va del IUTAG, se queda con nosotros, porque hoy dice sólo un ¡Hasta luego!

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