Injusticia universitaria
Quien suscribe estas líneas se declara víctima de la injusticia, no sólo por ser señalada por las chismosas tristes de la cuadra como una mujer con una pública y notoria falta de moral, prepotencia, desfachatez, abuso y desubicación social. Quien escribe, se declara víctima de la injusticia, no sólo por acusarme de ser la culpable del calentamiento global, del desbordamiento del Río Coro, del incremento de los precios de la canasta básica, de que su vecino tenga gripe, que la vinotinto no clasifique para el Mundial de Fútbol y que a su esposo se le caiga el pelo. Por lo anterior, y porque no es bien remunerada en su trabajo, se declara víctima de la injusticia. Sí, así como lo leen: víctima de la injusticia, pero no una víctima cualquiera, sino una con título académico y maestría incluida. Una víctima que durante doce años ha estado formando profesionales, dando lo mejor de sí, actualizándose constantemente, creando, innovando, proponiendo e investigando. Una víctima que c