INSTAGRAM Y RAPUNZEL A LA GUILLOTINA
Ana
Cristina Chávez A.
En tiempos de Instagram la imagen
personal cobra mayor fuerza. En sociedades donde la apariencia bien cuidada y
que cumpla con los cánones de belleza establecidos es la regla, la manera cómo
nos ven los otros es de suma importancia para ser aceptados, seguidos y
admirados. ¿Pero qué ocurre si no somos “perfectos”, tal como parecen serlo los
influencers o íconos de la moda del momento?
¿Nos tendremos que meter en un barril cual Chavo del Ocho?
Vivimos de apariencias, de simular una vida maravillosa
en redes sociales y provocar envidia entre nuestros seguidores. Y claro, todos quisiéramos
poder viajar alrededor del mundo, lucir las mejores marcas de ropa y calzados, o
deleitarnos con los más exquisitos platillos de comida internacional, ¿pero
hasta qué punto eso es cierto?, ¿qué tanto de realidad tendrán las fotos
posteadas en las redes o los videos subidos por los influencers y youtubers?,
¿eso que vemos a diario en los medios, qué tanto domina nuestra percepción
sobre el estilo de vida que llevamos?, ¿buscamos permanentemente emular al otro,
o nos permitimos ser auténticos?, ¿de nuestra vida cotidiana, sin maquillajes,
artificios o prototipos ideales, qué nos atreveríamos a exhibir?, ¿qué nos
gusta de nuestro cuerpo?, digo, sin photoshop, extensiones de cabello,
implantes mamarios, glúteos inyectados, blanqueamiento de piel ni aplicación de
queratina.
Pregunto además, ¿qué pasa si no hago el
reto o challenge que es tendencia?, ¿si no abro una cuenta de Tik Tok, no me
aceptará la sociedad o mi gato no me maullará más?, ¿y si no grabo videos de
youtube con el Tag del novio no me saludarán los vecinos de mi comunidad? Y si
lo grabo –cuando consiga novio- seguro me criticarán por el novio, por la
locación de la grabación, por el vestuario que usé, por mi metro cincuenta y ocho
centímetros, por las raíces de mi cabello, por mis uñas sin pintar… por ti, por
tu casa, por lo que espera, tararará, son feos los dos.
¿Somos o aparentamos ser?, ¿vivimos o simulamos
vivir a conveniencia de otros?, ¿qué tan importante es la imagen que proyectamos
en un mundo a merced del físico?, ¿y si Rapunzel se corta el cabello deja de
ser Rapunzel?, ella no es una suerte de Sansón, ni los seguidores de cuentas en
redes sociales una especie de Dalila, como para restarnos fuerza interna. Tampoco
podemos pretender encerrarnos en una torre aislada de todos. Somos dueños
absolutos de nuestra vida, de nuestro cuerpo y de lo que queremos expresar
desde la autenticidad y esencia real. No podemos permitirnos entregar nuestra
cabeza en bandeja de plata a una legión de personas, a cambio de unos likes o preferencia
en el mundo virtual.
¡Que le corten la cabeza!, gritaba la reina
de corazones del cuento de Alicia en el país de las maravillas. ¡Que me corten
las ideas y la capacidad de expresarlas! Solo así dejaré de existir. Lo que
pasa en el espejo es otro asunto. Nos seguimos leyendo.
@AnaChavez_
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