De sapo a príncipe; de princesa a rana
La princesa andaba por la vida besando sapos en espera que alguno se convirtiera en el príncipe azul de sus sueños, sin darse cuenta que el hombre que buscaba, el que esperaba con ansiedad, y con el que aspiraba compartir la vida y disfrutar del amor, estaba frente a ella; así, calladito, sin hacer mucho ruido, admirándola, tal vez. La princesa se llevó chascos, esperando que un noble caballero montado en su imponente corcel la rescatara de la torre-prisión en la que habitaba. No importaba si ese héroe fuera en otrora un espantoso sapo, pues con su profundo amor, la hermosa princesita lograría transformarlo en un adorado príncipe (eso creía ella). Pero resulta, que luego de muchos besos, la princesa se dio cuenta que el hechizo no se rompía, y el sapo seguía siendo lo que era: un sapo, que gozaba de lo lindo comiendo moscas y cuanto insecto se le atravesara, saltando de estanque en estanque, sin asumir responsabilidades ni compromisos. La princesa, ante tantas verrugas b