Él pinta
En sus manos los pinceles cobran vida propia,
piensan por sí mismos y en plena complicidad con la pintura, le hacen el amor
al lienzo en una orgía creativa de sueños y esperanzas, anidadas en pétalos de
flores, ramas y follajes.
Cuando habla, de sus labios brota poesía en
susurros saltarines de alientos inesperados.
Pinta y reza,
no la letanía ecuménica con mantilla
dominguera
pinta y reza,
el Credo de Nazoa y los salmos de Ernesto Cardenal.
Reza y pinta,
recitando oraciones inventadas con versos
amorosos de Benedetti.
Pinta, porque es lo mejor que sabe hacer.
Pinta, porque es su pasión en libertad,
su fuente de vida.
Pinta,
porque se alimenta de jardines.
Pinta,
porque cuando renazca volverá convertido en chupaflor
para beberse todos los colores del mundo en un beso eterno.
Ana Cristina Chávez.
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