DOCENTES QUE LEEN Y TRANSFORMAN: LA LECTURA EN LA ESCUELA Y EN LA UNIVERSIDAD.
Abril 2019.
Ana Cristina Chávez *
Promover el desarrollo del hábito lector en
los estudiantes universitarios es una labor obligatoria de los docentes, que
por supuesto, debe constituirse en una tarea permanente desde los primeros años
de escuela, alimentada, a su vez, por el calor amoroso del hogar. La premisa en
nuestros países debe ser: “padres que leen: hijos que leen; docentes que leen:
estudiantes que leen”.
El
punto de partida, la formación del hábito (y de la pasión)…
Las letras iniciales con las que nutrimos a
nuestros niños por lo general están bañadas de vivos colores, canciones, juegos
y divertidos cuentos, pero a medida que los pequeños van creciendo, la escuela
y la tarea de leer van asociándose ya no a diversión, a entretenimiento, o a
placer, sino a obligación, a aprendizaje forzado, a memorización, ¿y por qué
negarlo? a castigo, ¿les resulta conocido eso de si te portas mal te vas a tu
cuarto a estudiar? ¿O la letra con sangre entra?
Pero ¿cómo conciliarnos con la experiencia lectora?
¿Cómo convertirla en una mágica aventura, desde los primeros años de formación?
¿Cómo hacer entender que es un auténtico placer y no un estimulo negativo con
aires sancionatorios? Indudablemente,
el primer paso es propiciar el hecho lector en el círculo familiar, convertir
los libros en parte del entorno hogareño, no como simples objetos decorativos,
sino como miembros de la familia, unos con los que nos reímos, lloramos, viajamos,
y también les consultamos acerca de nuestras dudas e inquietudes existenciales,
porque ellos siempre poseen la respuesta perfecta para nosotros y nos tienen
paciencia, como buenos amigos saben esperarnos hasta que estemos preparados
para poder disfrutar plenamente de su compañía.
Matute (2014, pág. 33), afirma: “todo lo que
deseas saber se encuentra en los libros, todo”, y más adelante agrega:
las palabras escritas
hacen magia en tu cabeza y crean a su vez imágenes, sensaciones, recuerdos,
otras palabras. Las palabras escritas pueden ser leídas por otros para ti, entonces
puedes aprender a disfrutar de su aroma y de su música, (pág. 40).
Por esta razón, maestros, padres, tíos,
abuelos, hermanos, ¡todos! debemos interactuar con los libros y demostrarles a
nuestros niños que la lectura es una magnífica aliada. Debemos leer en familia,
transformar ese acto que por lo general es individual, en un acto colectivo. Al
respecto, Medina (2014) asegura:
pasar del acto
solitario al acto solidario en la actividad de lectura supone un enriquecimiento
de la experiencia al leer, puesto que lo subjetivo, lo individual, lo propio,
lo diferente del otro, completa el saber de todos y cada uno de los
participantes; y simultáneamente, la intersubjetividad, lo común, lo similar,
adjudica una visión integral y cohesionada que complementa la mirada
particular, la cuestiona o la refuerza (pp 38-39).
En ese proceso de compartir la experiencia
lectora, debemos conversar sobre lo que leemos, qué estamos entendiendo, qué sentimos
mientras leemos, qué imágenes recreamos en nuestra mente producto de la
lectura. Hay que hablar sobre libros y lo que significan para nosotros. Recientemente,
en una de esas interminables colas afuera de una agencia bancaria terminé de
leer “Ensayo sobre la lucidez” de José Saramago, y el destino final de los
personajes principales me dejó tan conmocionada que permanecí en silencio por varios
segundos; no sabía si echarme a llorar o enfurecerme por lo que les ocurrió, pues
me pareció un desenlace inesperado y me generó tal sensación de desasosiego que
necesitaba compartirla con alguien, pero miré alrededor y solo observé a
personas desconocidas hablando de distintos temas, así que esperé a llegar a
casa y conversé por teléfono con un amigo acerca del libro, haciendo énfasis en
ese capítulo en particular, me sentí más aliviada y además pude recomendar una
excelente lectura a alguien que seguro la sabrá apreciar.
Definitivamente, con ese texto de Saramago
varias veces sentí el mazazo del que habla Franz Kafka en la carta dirigida a
Oscar Pollak en 1904, citada por Gladys Madriz (2010), allí el autor de “La
Metamorfosis” expresa:
En general, creo que
solo debemos leer libros que nos muerdan y nos arañen. Si el libro que estamos
leyendo no nos obliga a despertarnos como un mazazo en el cráneo, ¿para qué molestarnos
en leerlo? ¿Para que nos haga más felices, como dices tú? Cielo santo,
¡seríamos igualmente felices si no tuviéramos ningún libro! Los libros que nos
hacen felices podríamos escribirlos nosotros mismos si no nos quedara otro remedio.
Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como
la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que
nos hagan sentirnos desterrados a las junglas más remotas, lejos de toda presencia
humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que quiebre el mar
helado dentro de nosotros. Eso es lo que creo. (pág. 17)
Las líneas de Kafka nos remiten a la pasión
por leer, a las sensaciones profundas que este acto es capaz de producir, a
experiencias significativas como consecuencia del diálogo entre el lector y el
autor, tal vez en un tono dramático pero no por eso menos real. A esto le
agrego que a través de la lectura podemos transformarnos, romper paradigmas, comprender
la realidad y cambiarla, cuando nos damos cuenta de las incongruencias de la
vida, las desigualdades e injusticias sociales, al hacer desde el conocimiento
y la reflexión, una lectura crítica del mundo. En torno a esto, Prieto Figueroa
(1981), nos recuerda:
Vivir, sin duda, es más
importante que leer, pero leer ayuda a vivir en plenitud, contribuye a hacer la
vida más hermosa, más amplia, más generosa. Leer es también una forma de vivir,
cuando de las lecturas extraemos las ideas que auxilian nuestra acción y que,
enriqueciendo nuestra experiencia, la hacen más eficaz y más valiosa. (pág. 57)
¿Y qué mejor manera de vivir que hacerlo en
libertad? Gozando de autonomía, de capacidad de acción y reflexión, para
relacionarnos con el mundo de manera consciente y responsable, convirtiéndonos
en personas “sentipensantes” (en palabras de Orlando Fals Borda y Eduardo
Galeano), aptitudes que deben fomentarse y ser desarrolladas desde el ámbito
educativo y familiar, mediante el diálogo, la convivencia con otros y la
lectura crítica de la realidad. ¿Pero cómo lograrlo cuando de la escuela se
expulsan las emociones, los sentimientos, la pasión y las voces propias? Madriz
(2010), asevera:
El hecho de haber
sacado formalmente y por la puerta a las emociones profundas de nuestros ámbitos
educativos puede ser una de las causas de no tener hoy buenos lectores…Nuestra
educación se ha basado la más de las veces en acallar los diálogos internos,
las voces interiores de los múltiples yoes que pueblan la mismidad que somos, y
donde la pasión, execrada por la racionalidad del ¿para qué sirve?, se ha visto
sucumbir ante tanta presión. Reivindicar la fuerza y potencia de la pasión y
vincularla con la lectura se convierte en una posibilidad de formación que comenzamos
a introducir en nuestras aulas. (pp.18-19)
En el mismo orden de ideas,
Prieto Figueroa (1981) considera:
Ha de entenderse que
la función de la escuela es más que una mecánica práctica de alfabetización. De
nada vale enseñar a leer las palabras si no se enseña a penetrar el hondo
significado de ellas, en su espíritu; si no se aprende a desentrañar el pensamiento
contenido en los libros, comparando y comprobando. La escuela debe crear una
aptitud para el pensamiento y la meditación, y si no lo hace no cumple su
función trascendental, y los individuos seguirán tan analfabetos como antes:
analfabetas intelectuales, fáciles presas para la mentira y el engaño… (pág.
79)
De allí la importancia de convertir la
escuela y la universidad en espacios de libertad, en escenarios de lectura
placentera, crítica y voluntaria –nos apunta Rod Medina (2014) -sin cercenar la
creatividad con prácticas antipedagógicas de metódica cerrada. Los docentes, como
mediadores de lectura debemos promover textos acordes con los intereses y motivaciones
de nuestros estudiantes, niños y jóvenes, sin negarles su potencial creativo y
creador. Ángel Madriz (2010), explica que las escuelas promueven las siguientes
tres acciones que le restan encanto a la lectura: 1. Convertir la práctica
lectora en herramienta exclusiva para la enseñanza de la ortografía, mejorar la
dicción, corregir la redacción y ejercitar la memoria; 2. Obligar el análisis
literario, exigiendo el acercamiento a los textos desde la determinación de los
personajes, caracterización del ambiente, explicación del argumento, la fecha
de nacimiento del autor o si es un poema, indicando el tipo de verso,
disposición de la rima, la métrica o las figuras literarias que presenta; 3. Exigir
la interpretación del texto apegándose a determinadas propuestas crítico-metodológicas,
sin propiciar previamente el deseo de leer y la sed de conocimiento, hace que
el lector se convierta en un ser mudo, pasivo e indiferente.
Lo antes descrito constituye un craso error
que ha fomentado el rechazo a la lectura por parte de nuestros niños y jóvenes,
quienes al llegar a la edad adulta continúan reproduciendo esas actitudes
negativas. ¿Pero cómo enseñar a leer, a disfrutar del acto lector, si no se
siente en carne propia?, por eso me pregunté: ¿Leen nuestros docentes
universitarios?, ¿Qué leen?, ¿Con cuánta frecuencia?, ¿Con cuál propósito?,
¿Venezuela es un país de lectores? Veamos qué descubrimos.
La
lectura en Venezuela…
Sobre la última interrogante de la sección
anterior, ya Prieto Figueroa (1981, pág. 55) lo sentenciaba en su época: “Los
profesionales no leen, pero es porque de jóvenes, como dije antes, no se formó
en ellos la pasión de la lectura, que es una hermosa y noble pasión sustentada
por un hábito y por el refinamiento del espíritu”. Criterio similar comparte diez
años después Antillano (1991):
En Venezuela nadie
lee… El problema básico es instrumental: no se lee porque no hay deseo lector,
pero en la base de ello se asume un elemento más grave: no se lee porque no se
sabe leer… No hay comprensión lectora, la dificultad es mecánica, elemental.
(pág. 23)
La escritora zuliana añade a esa realidad
del momento, una serie de elementos que alejaban a los libros de las personas, y
que se resumen en los siguientes: 1. La errática metodología usada en la
escuela para la enseñanza de la lengua, donde prevalece el estudio del aspecto gramatical
y el uso de textos no acordes con los intereses y motivaciones de los
potenciales lectores. 2. La poca efectividad de las políticas de distribución,
promoción y venta de libros, tanto en manos de las editoriales privadas como de
los órganos responsables del Estado en los ámbitos culturales y educativos. 3.
Los altos costos del papel como materia prima y del trabajo de impresión, y 4. La poca difusión e irrespeto a
la producción de los escritores venezolanos.
Más de veinte años después de los planteamientos
de Prieto Figueroa y Antillano, el escenario nacional es otro. Con la elección
de Hugo Chávez Frías como presidente de la República Bolivariana de Venezuela,
la política de gobierno en torno a la
democratización del libro avanzó significativamente e impulsó el desarrollo de
hábitos lectores en la población, gestión que continuó el mandatario Nicolás
Maduro Moros, posicionando a la lectura como un auténtico hecho de revolución
cultural.
En el año 2003, el presidente Chávez lanzó
la Misión Robinson, la cual, a través del programa de alfabetización “Yo sí
puedo”, reivindicó a la población que durante décadas fue excluida del sistema
escolar, fomentando su reconocimiento como sujetos históricos de cambio y exaltando
la importancia de saber leer y escribir como acto de liberación intelectual y espiritual.
Reflejo del éxito de tal iniciativa, el 28 de octubre de 2005, la UNESCO
declaró a Venezuela territorio libre de analfabetismo; un reconocimiento
internacional que celebró los avances del gobierno en materia educativa y
cultural.
Así, durante la gestión bolivariana, el
Estado ha creado casas editoriales como El Perro y la Rana, Biblioteca Ayacucho, Instituto del Patrimonio
Cultural, Centro Nacional de Historia, Monte Ávila y Archivo General de
la Nación, para fortalecer la producción y reedición de textos. A esto se añade
la creación de las Librerías del Sur, en todo el territorio nacional, y la
Feria Internacional del Libro de Venezuela, con sus capítulos regionales, lo
que año tras año suma actividades de promoción de la lectura, venta de libros y
captación de potenciales lectores.
Vinculado a
esto, Fagundez (2015), entrevistó para la Agencia Venezolana de Noticias (AVN)
a Christian Valles, presidenta del Centro Nacional del Libro, quien informó:
El libro
está ubicado dentro de la cotidianidad del venezolano, antes no era un elemento
cotidiano ni simbólicamente ni fácticamente. Ahora, es algo de lo que la gente
habla. 82% lee
cualquier material de lectura, desde periódicos hasta libros, y 52,2% se autocalifica como
lectora de libros y cada año se leen unos tres libros al año.
De acuerdo
a lo referido por Valles, aún el hábito de leer no representa la prioridad del
venezolano, pero aclara que antes de 1998, la lectura implicaba un beneficio para un reducido sector de la
población, convirtiéndose casi en un hábito de la élite, mientras que "ahora
se lee en todos los sectores, no en los niveles que quisiéramos ni el tipo de
lectura o de literatura al que quisiéramos que se llegara, pero se está leyendo
muchísimo", acotó la dirigente cultural.
A esto se suma
que en los últimos tiempos, con el auge de las nuevas tecnologías de la
información y comunicación, las plataformas digitales y los dispositivos
electrónicos se presentan como
alternativa al libro impreso, fenómeno en incremento con la distribución
gratuita por parte del Estado, de tabletas y minilaptos en escuelas y centros
universitarios, democratizando entre los niños y jóvenes, el acceso a la
información y la alfabetización tecnológica. ¿Pero entregando computadoras y
propiciando el uso activo de las redes sociales el gobierno nacional realmente está
contribuyendo a la formación de lectores críticos y responsables? La experiencia
personal como docente universitaria me dice que no es así, pues falta trabajar
con estrategias dirigidas a los usuarios-lectores, que humanicen la lectura y
no solo que la instrumentalicen.
Una gran
ventaja de internet además de unir a las personas, es que éstas pueden acceder
en cuestión de segundos a datos de su interés, abriéndose a un mundo de
conocimientos con sólo hacer un “clic” en el teclado del computador o pulsar la
pantalla táctil de la tableta, pero en contraposición, esa facilidad para aproximarse a cualquier tema sin tener que leer
mucho, visitar bibliotecas, o comprar libros, convierte a los jóvenes en
lectores menos acuciosos y críticos, quienes asumiendo el mínimo esfuerzo mental,
no seleccionan ni jerarquizan la información efectivamente, no interpretan ni
comprenden lo que leen, por lo cual recurren al plagio intelectual. Tampoco se
cercioran de que la información copiada sea la adecuada, y con frecuencia me he
topado con textos en los que aseguran “que aquí en Chile, España o Argentina,
hacemos esto o aquello”, cuando la investigación se está realizando en tierras
falconianas y el autor de la misma es fanático de la arepa pelada.
Incluso es
decepcionante conseguir varios informes completamente iguales porque fueron
copiados íntegramente de internet y no citan la fuente. Peor aún cuando se les
pregunta el contenido del trabajo: empiezan a sudar, se ponen nerviosos, y su
mente queda en blanco sin poder articular palabra alguna. Es allí cuando empiezo
a cuestionar mi labor como docente mediadora de lectura, una tarea que a diario
me enfrenta a nuevos retos en materia pedagógica y didáctica, para dar
respuesta a las necesidades académicas y profesionales de la nueva era.
Sobre esta
realidad actual, Medina (2014) diferencia a dos tipos de lectores a partir de
un criterio de temporalidad: el lector tradicional y el lector nuevo. Para el
escritor caraqueño, el lector tradicional es aquél que lee libros, lo que le ha
permitido consolidar sus competencias lectoras y apreciar la literatura, pues
ha disfrutado de una cultura rica en experiencias lectoras, fundamentadas principalmente
en la oralidad. El lector tradicional es un lector ávido de buenos textos, es
más crítico, de gustos literarios más complejos y se adapta eficientemente al uso de los nuevos formatos
electrónicos de lectura. Por el contrario, el lector nuevo es más consumidor
que lector, es aficionado a las redes sociales, a la información que circula en
el ciberespacio y a establecer contacto virtual antes que personal. No es un
lector crítico y se le dificulta distinguir contenidos y comprenderlos. No
siente atracción por los libros, profundiza menos en sus experiencias lectoras,
definidas generalmente, por la lectura escolar y la lectura de imágenes. Finalmente,
su cultura oral es más restringida, proporcionada con mayor frecuencia por la
televisión y el cine.
Como
se evidencia, Medina caracteriza a dos generaciones de lectores con diferencias
extremadamente marcadas, que perfectamente pueden estar representadas por
padres e hijos o docentes y estudiantes, por lo cual surgen algunas
interrogantes: ¿Cómo conciliar esas diferencias? ¿Qué estrategias podemos implementar
en los centros educativos y núcleos familiares para desarrollar el potencial de
los nuevos lectores? Ya lo sugerí con anterioridad al mencionar la necesidad de humanizar el proceso de lectura,
lo cual significa enfocarnos en el lector, sus expectativas, sueños, intereses
y formas de aprender y no en los instrumentos y métodos de la lectura. Vinculado
a esa idea, el investigador referido plantea:
Si se asume
la lectura como objeto final, entonces la figura de la persona que lee se difumina,
perdiéndose entre los porqués y paraqués de las iniciativas que pretenden formar
nuevos lectoras y lectoras. Toda política, pública o particular, que tenga como
objetivo principal el estímulo de la lectura y la formación de los lectores,
debe colocar como centro de sus acciones a la persona que lee… No los libros,
no la lectura (pág. 22)
Teniendo en cuenta los planteamientos expuestos,
es preciso reconocer que hoy en día los venezolanos leemos más y mejor, gracias
al esfuerzo del Estado, pero sigue siendo una tarea pendiente superar los
escollos educativos que en materia de enseñanza de la lectura ha enfrentado la
escuela desde hace diversas décadas, y que se repiten o incrementan en la
universidad.
A continuación conozcamos dos experiencias
concretas de estudios de hábitos lectores en el sector universitario, la primera
corresponde a una encuesta en línea realizada a estudiantes y docentes de la
Universidad Católica Andrés Bello en el año 2018 y la segunda es una consulta realizada
el presente año a docentes de distintos centros de estudios de Venezuela,
quienes también respondieron en línea a una serie de preguntas abiertas.
Universitarios que leen: La experiencia
en la UCAB
El Centro de
Investigación y Evaluación Institucional (CIEI) y la Escuela de Psicología de
la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), en la ciudad de Caracas, durante el mes de noviembre de 2018 realizaron
una investigación titulada “¿Cómo y para qué leemos?”, con el propósito de indagar en
los hábitos de lectura de los estudiantes y profesores de la universidad.
Los responsables del
estudio fueron Gabriel Wald, María Graciela
Fernández y Yolanda Cañoto, quienes a través de una encuesta autoadministrada
en línea, como técnica usada para la recolección de la información, recabaron
las respuestas de 240 estudiantes de pregrado y 67 docentes de la sede Montalbán
de la UCAB.
Las preguntas de investigación
fueron dos: ¿Cuáles son los hábitos generales de lectura entre universitarios?
y ¿Qué preferimos y qué hacemos realmente? Estas a su vez se dividieron en
otras interrogantes que presentaban alternativas de respuestas cerradas. En tal
sentido, los resultados expuestos en el informe final son los siguientes:
- - En cuanto a los hábitos de lectura y particularmente la
frecuencia con la que leen, el 82% de los docentes manifestó hacerlo diariamente,
igual que 42% de los estudiantes, mientras que un 13 % de alumnos lee varias
veces a la semana.
- - Sobre los motivos que tienen para leer, el 24% de los profesores
declaró que lo hace para mantenerse actualizado en su profesión, un 19%
respondió que es por estudios académicos y el 17% lo hace para enseñar a otros.
En cuanto a las motivaciones estudiantiles, el 39% de los encuestados lee por
estudios académicos y el 33% para entretenerse, lo que contrasta notablemente
con el 17% de los docentes que lee por recreación.
- - Los temas que prefiere leer el 65% de los estudiantes son de entretenimiento
y luego los de tipo informativo (16%). En cambio, el 45% de los docentes lee temas
de educación y el 23% textos de entretenimiento, mientras que el 17 % lee temas
informativos.
- - En cuanto al tiempo que le dedican a la lectura, el 35% de los
estudiantes lee de treinta minutos a una hora, y el 28% de una a dos horas. Por
su parte, el 30% de los profesores invierte más de dos horas en leer y un 28% de
una a dos horas.
- - Acerca del lugar donde prefieren leer, el 70% de los docentes
respondió que lo hace en su casa, y solo el 22% lee en la oficina o sitio de trabajo.
Igualmente, el 58% de los estudiantes prefiere leer en su lugar de habitación,
apenas un 15% en la biblioteca de la universidad y el 12% lo hace en el
transporte público.
- - Al preguntar cuál es el soporte de lectura que utilizan
habitualmente, el 42% de los profesores optó por el papel y el 21% por la
laptop, seguido por un 17% que lee en su computadora de mesa. Las cifras
relacionadas con los estudiantes reflejan que 43% de los encuestados usa el papel,
el 21% el celular y el 11% su tableta electrónica.
- - Sobre las fuentes de consulta utilizadas con frecuencia, los participantes
del estudio podían seleccionar varias opciones de manera simultánea, por tanto,
la preferencia de los docentes se manifestó así: Páginas web especializadas
(73%), libros impresos (57%), motores de búsqueda web (57 %) y 54% libros
digitales. Por otro lado, los estudiantes, al momento de leer e investigar
prefieren recurrir a motores de búsqueda web (62%), libros digitales (60%),
páginas web especializadas (58%), libros impresos (52%) y redes sociales como
instagram (51%), lo que demuestra que los encuestados prefieren las fuentes
digitales antes que las impresas como el libro, las revistas o los periódicos.
- - Al parecer, la crisis económica del país ha afectado la
adquisición de libros, porque el 60% de los docentes no ha comprado material de
lectura en los últimos seis meses y el 65% de los estudiantes tampoco lo ha
hecho.
- - Para dar respuesta a la segunda pregunta general, el 70 % de los
docentes y el 76 % de los estudiantes afirmaron que prefieren leer en papel,
pero 58 % de los profesores la última vez que leyó lo hizo en un soporte
digital. Igual ocurrió con el 57 % de los estudiantes.
- - Al preguntarles si usaron una biblioteca en los últimos seis meses,
el 84 % de los estudiantes respondió afirmativamente, al igual que el 64 % de
los profesores. Pero en cuanto a la frecuencia de uso, el 62 % de los docentes la
visitó de una a dos veces por mes, mientras que el 53 % de los alumnos la usó
de una a siete veces en la semana.
- - Finalmente, en relación al
motivo de visita a la biblioteca, el 70% de los alumnos acudió para estudiar y
el 64% de los docentes para consultar libros.
Entre las conclusiones y recomendaciones, destacan las siguientes ideas de
los responsables del informe: a) Los estudiantes se entretienen leyendo más que
los docentes; b) La sustitución del libro físico, en papel, no es por decisión
propia, sino por necesidad, lo cual parece atentar contra la experiencia
integradora de los sentidos durante la lectura, desestimulando la imaginación;
c) Recurren a la lectura digital pero no les agrada mucho, y aunque visitan la
biblioteca es necesario crear nuevos y mejores espacios en donde se retome la
lectura del libro.
Por último, considero que la investigación realizada por el equipo de la
UCAB, brinda información valiosa de tipo cuantitativa, sobre los intereses y
hábitos de lectura de los actores educativos de esa casa de estudios, lo que permitirá
el desarrollo de estrategias institucionales de promoción de la lectura y uso
de las bondades de la biblioteca, no solo como sitio de reunión o de estudio, sino
como espacio para la lectura de recreación y reivindicación del libro físico. Sabemos
que los datos aportados no representan la totalidad de la población
universitaria de nuestro país, pero nos permite aproximarnos a realidades
concretas y propiciar mejoras y transformaciones.
Docentes, universidad y
lectura: Una mirada cualitativa
Pero más allá de las frías estadísticas, ¿qué
nos dice la vivencia de nuestros profesores universitarios venezolanos, acerca
de su relación con la lectura? Para saberlo, ocho docentes de distintas
instituciones de los estados Falcón, Mérida y Sucre nos confiaron su voz, y compartieron
ideas en torno a sus hábitos lectores, referidos a gustos e intereses acerca de
lo que leen y cómo promueven la lectura entre sus estudiantes.
A través de un sondeo en línea realizado
entre el 12 y 22 de abril de 2019, que permitía la interacción directa con los informantes,
recibimos las respuestas a las siguientes preguntas: 1. ¿Acerca de cuáles temas
prefieres leer?, 2. ¿Qué tipo de textos prefieres leer (ensayos, artículos
científicos, artículos periodísticos, novelas, cuentos, poesía, entre otros)?,
3. ¿Con cuánta frecuencia acostumbras a leer?, 4. ¿Prefieres leer libros
digitales o físicos y por qué?, 5. ¿Cuáles libros leíste en el último mes?, 6. ¿Qué
libro estás leyendo en la actualidad?, 7. ¿Cómo promueves la lectura entre tus
estudiantes? Una vez interpretada la información,
pudimos caracterizar de manera emergente los hábitos de lectura de los profesores
universitarios consultados, quedando de la siguiente forma:
1. Los
docentes prefieren leer temas relacionados
con su área profesional y las unidades curriculares que facilitan, aunque eso
no los exime de leer tópicos de cultura general y literarios como novelas y
poesía:
Mariangela
P. docente de la Universidad Nacional del Turismo, en Mérida,
y coordinadora del Programa Nacional de Formación en Turismo, opta por leer
temas relacionados con economía, turismo, política y productividad, también novelas
cortas. Por su parte, Jayaline R. docente de la Universidad Politécnica
Territorial de Falcón “Alonso Gamero” (UPTAG), en Contaduría Pública, aprecia la lectura vinculada con el crecimiento personal y organizacional, novelas
románticas y religión. Tibisay Ch. economista, y profesora de la UPTAG, se
inclina por lo temas políticos,
económicos y de actualidad informativa. Alí J. jubilado del Ministerio del Poder Popular para la
Educación y Coordinador del Centro Internacional Miranda, en el estado Sucre,
nos confiesa: “Prefiero leer temas relacionados
con educación, geopolítica del conocimiento y temas variados de interés y de
cultura general”.
Igualmente, Anthony A. poeta, escritor, y profesor
en la carrera de Educación en la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (UNERMB), en el estado Falcón, asegura que lee “diversos temas, sobre todo
culturales, literarios y teóricos”. Por
otro lado, Luis D. docente falconiano de la Universidad Nacional Experimental
Francisco de Miranda (UNEFM) y coordinador del PNF en Historia, afirma que disfruta leer “temas de historia, política, petróleo,
cultura, sociedad, y educación”. Para mantenerse actualizada en sus labores
pedagógicas, Ingry G. periodista y docente de la Universidad Bolivariana de
Venezuela, sede Falcón, acostumbra a leer textos sobre innovación educativa, mientras
que Douglas V. licenciado en Ciencias Sociales y profesor de la UPTAG, se
inclina por los “temas referentes con
la filosofía, origen y evolución del pensamiento filosófico occidental, la
historia, los grandes acontecimientos a nivel mundial, economía y principales
doctrinas económicas”.
La información anterior es sustentada
mediante los títulos de libros que los docentes leyeron en el último mes y de
los que están leyendo en la actualidad:
Mariangela P: “Alternativas al capitalismo/colonialismo
del siglo XXI”, y “El vato que cayó del
cielo”; actualmente leo “Pensamiento lateral” y “Baila, baila, baila.”
Jayaline
R: “Chocolate caliente para el alma
de quien trabaja”, de Canfield, Hansen, Rogerson, Rutte y Clauss. Tengo más de
tres semanas que estoy releyendo “Los siete hábitos de la gente altamente
efectiva.”
Tibisay Ch: “Estoy
leyendo Bolívar, de Mijares” (Se refiere al libro “El Libertador”, de Augusto Mijares
Alí J: “Leí la intoxicación lingüística
de Vicente Romano. Estoy leyendo los artículos que integran un libro que
escribe el profe Luis Bonilla, relacionado con la educación, la pedagogía
crítica y la cuarta revolución industrial”.
Ingy G: La praxeología,
como alternativa en la sistematización de experiencias. La praxeología. Teoría
práctica, de Vargas y Geran.
Anthony A: “Leí recientemente
una selección de obras de Voltaire y Diderot, Holderlin, y estoy leyendo a Mircea
Eliade.”
Douglas V: “Dios es
una mujer y el Imperio contracultural (relectura). Actualmente leo China, un
gigante que despierta”.
Luis
D: “En abril, que aún no termina, releí Chávez nuestro, de Rosa Elizalde y Luis
Báez (siempre lo releo en abril); ¿Coro o Santa Ana de Coro? de Luis Alfonso
Bueno; Boves, El urogallo, de Herrera Luque, y actualmente estoy leyendo La
luna de Fausto, también de Herrera Luque. Hay un texto muy interesante en el
área universitaria, específicamente en lo referente a la transformación
universitaria que siempre lo tengo de cabecera, transformación universitaria
como compendio que se editó cuando Yadira Córrdova y Luis Bonilla, y uno muy
bueno de Boaventura de Sousa Santos sobre la universidad del siglo XXI”
2. 2. Los
profesores no discriminan en la lectura de los distintos géneros textuales, aprecian cualquier género, siempre
que exponga temas de
su interés de forma atractiva:
Al respecto, Jayaline R. confirma: “Leo de
todo un poco; me voy por lo
atractivo del título y el vínculo donde me desenvuelvo en lo personal y laboral”,
otro buen lector es el profesor Douglas V. quien recurre a los ensayos y textos
científicos, para su actualización formativa, y a la literatura y poesía, como
entretenimiento. Igualmente Alí J. gusta de leer “ensayos, artículos científicos,
una buena poesía y un buen libro”. Sin embargo, nos conseguimos docentes que
optan preferiblemente por los géneros académicos, tal es el caso de Ingry G. o
aquellos que declaran su aversión al género poético, ejemplo de ello es Luis D.
quien manifiesta que lee diversos textos “excepto poesía,
lamentablemente no me gusta”.
3. 3. Nuestros profesores universitarios son
asiduos lectores, leen con frecuencia, como hábito personal y por exigencia
profesional:
Unos lo hacen a diario, como Douglas V: “leo
todos los días, mínimo una hora, solo libros físicos”, Mariangela P. quien confiesa que lee diariamente y
no se enfoca en un solo libro, sino que lee varios, o Luis D. para quien la lectura
es un hábito arraigado, y asegura. “Leo diariamente,
cotidianamente.”
Otros lo hacen dependiendo de las
responsabilidades que tengan y el tiempo con el que cuenten, o incluso, según
la densidad de la lectura que estén realizando, como Ingry G. quien lee semanalmente
o cada quince días, Tibisay Ch. quien todos los meses trata de leer nuevos
libros “dependiendo de lo digeribles que
sean”, o como Jayaline R. para quien su frecuencia de lectura “en realidad
depende del tiempo disponible, pero cuando no lo hago con un libro formalmente,
leo cualquier artículo que consiga”.
4. 4. El soporte o formato preferido de lectura es
el libro físico, pero los soportes digitales son de gran utilidad, por la
variedad de títulos disponibles en la web y su fácil accesibilidad:
Los docentes consultados coincidieron en su
preferencia por leer libros físicos, destacando sus cualidades en cuanto a los
niveles de practicidad, aprovechamiento en el uso de las técnicas de lectura, cuidado
de la salud visual e incluso resguardo de la seguridad frente a los altos
niveles delictivos en el país.
Con relación a esto, Anthony A. declaró: “Me
gusta leer en físico, pero la ventaja de los digitales es que a veces consigues
cosas que no has hallado en físico. Pero leo los dos formatos a la par, aunque
los prefiero en físico. Algunas de sus ventajas tienen que ver con la situación
venezolana, por ejemplo, un ladrón no te robará jamás un libro, pero sí una
tableta o un teléfono. Otra ventaja es que no necesita electricidad, si el
servicio eléctrico falla puedes leer hasta bajo la luz de una vela. Tengo por
manía subrayar y hacer notas en lo que leo, por eso prefiero el libro para
poder rayarlo”.
En la misma tónica, Alí J. asevera:
“Prefiero el libro físico, pero hoy leer un libro digital es igual de
provechoso que leerse uno físico, si en ambos puedo hacer notas al margen,
mejor”. Tibisay Ch. declaró que lee en ambos formatos “aunque los digitales me
agotan la vista y afectan la cervical”, Jayaline R. destaca el aspecto práctico
y enfatiza: “prefiero los físicos porque los puedo llevar a cualquier lado y
aprovechar cualquier momento para leer”. Hablando en cifras,
Luis D. aclara que los formatos que usa para la lectura, son en “un 60% en
físico, digitalmente también, pero los prefiero tradicionalmente. Excepto las
colecciones, que son más accesibles en digital producto de los costos y el acceso
a la web”.
Por último, Douglas V. nos recuerda la
aventura sensorial que puede representar la lectura de un buen libro y expresa:
“Prefiero los físicos, por la dilatada
costumbre, me place sentirlos
en mis manos”.
5. 5. En sus sesiones de clase, los docentes
promueven la lectura mediante la asignación de trabajos escritos con el
propósito de desarrollar las habilidades investigativas, generan discusiones
grupales de textos asignados, e implementan técnicas de interacción dialógica y
socialización de conocimientos, apoyándose también en el uso de recursos
audiovisuales:
Al consultarle a los docentes cómo motivan a
sus estudiantes para que desarrollen el hábito de la lectura, los docentes
respondieron que asignan la lectura de diversos textos en clases, estimulan la redacción
de ensayos y la discusión grupal de los tópicos abordados. Específicamente,
Tibisay Ch. hace que los estudiantes de Contaduría Pública de la UPTAG lean, “asignando
ensayos a partir de lecturas de la especialidad”, igual ocurre con Douglas V,
profesor del eje sociocrítico en la misma institución, quien estimula la
lectura “A través de la asignación de actividades de investigación sobre un tema
determinado”. Por su parte, Ingry G. profesora de Comunicación Social en la
UBV, dice que los estudiantes, “en clase, leen materiales y analizan los temas
en trabajo grupal”
Pero otros indagan más
en las preferencias y hábitos lectores de los alumnos, como Mariangela
P. a quien el frío clima de las tierras merideñas no le resta calidez en su rol
de educadora, pues afirma: “Suelo preguntar quién lee y por qué lee, varias
veces en el semestre, también hay unidades que desarrollamos sobre una lectura
conjunta de un libro o extracto”. Asimismo, la pasión por la lectura puede
contagiarse, tal como lo procura Alí J. en el estado
Sucre, quien asegura: “La promuevo predicando con el ejemplo y recomendando lecturas cortas y largas relacionadas con el
interés de los estudiantes, que por lo general son docentes en ejercicio”.
Jayaline R. profesora de la UPTAG, apela a
sus habilidades comunicativas para orientar a los estudiantes y recurre a la
interdisciplinariedad, apoyándose en expertos en el área de lectoescritura. En
tal sentido, busca que los estudiantes lean “indicándoles la importancia que
tiene para una persona expresarse correctamente de manera oral y escrita, y que
eso se logra solo con la lectura. Adicionalmente,
como doy clase en Contaduría Pública, les hago ver que ellos, como
profesionales, se comunican con sus clientes y jefes e interpretarán y
elaborarán informes de gestión donde la comunicación es importante para el
logro de sus objetivos. También hacemos ejercicios de lectura, apoyados con
nuestro querido profesor Federico Colina.”
Por otro lado, Anthony A. profesor de la
asignatura Taller de lectura y comentario de textos, en la carrera de Educación
en la UNERMB, asevera: “Les
leo y les cuento, les explico o trato de explicar desde diversos puntos de
vista la lectura que hagamos, sobre todo relacionando con la realidad o su
realidad inmediata. Aparte les sugiero nombres de autores o de libros, y a
veces vemos documentales o películas sobre el tema literario o cultural.”
Finalmente, una estrategia de gran utilidad
en el sector universitario, es la organización de eventos de investigación, como congresos,
seminarios, foros, conversatorios, en los que se hable de libros, autores,
estudios innovadores y se muestre la producción editorial más reciente, para
estimular la acuciosidad de los participantes y el deseo de recrear nuevos conocimientos.
Como profesores, debemos estar actualizados de lo que ocurre en el ámbito académico
y en nuestra área profesional específica, y eso debemos fomentarlo en los
estudiantes. Al respecto, Luis D. comenta: “Les envío material por la web, soy
docente de la UNEFM de Ciencias Económicas y Sociales y dirijo la cátedra de
Sociedad y cultura, anteriormente discutíamos artículos, ensayos, materiales hemerográficos
y otros, para los cinco grandes temas que contenía la unidad curricular y al
final discutíamos con exposiciones los materiales que más le llamasen la
atención. Por otro lado, al dirigir a su vez el PNF en Historia, la diversidad
de temas históricos son la columna cotidiana de la discusión que se resalta en
foros, conversatorios y congresos desarrollados a través de las investigaciones
de los compañeros, y a los cuales asistimos consecutivamente desde ya hace una
década”.
Como se evidencia en esta consulta con
enfoque cualitativo, la data aportada por los informantes posee una gran
riqueza, pues a través de sus discursos francos y sencillos, pudimos realizar una aproximación más cálida, amena y
cercana a la realidad de nuestros docentes universitarios, en lo concerniente a
sus hábitos lectores y a las estrategias que desarrollan en sus aulas de clase
para propiciar la lectura en los estudiantes, ya que si hablamos de humanizar
la lectura en las instituciones educativas del país, esto pasa primero por
darle voz a los actores involucrados, tanto a los estudiantes como a los
profesores, pues ambos, en un proceso de interacción dialógica permanente,
comparten sus experiencias, vivencias y formas de ver el mundo, pero también de
leerlo críticamente, para entenderlo y transformarlo.
Como consideración final, es necesario
retomar la idea de Paulo Freire (2008, pág. 53) acerca del estudio y la lectura,
quien afirma: “El estudio no se mide por el número de páginas leídas en una
noche, ni por la cantidad de libros leídos en un semestre. Estudiar no es un acto
de consumir ideas, sino de crearlas y recrearlas”. De allí la importancia de
fomentar la lectura crítica y amorosa tanto en la escuela como en la
universidad, para formar seres creativos, generadores de nuevos conocimientos e
innovadores, capaces de la acción-reflexión necesarias que permitirá transformar
realidades. Leamos, pues.
* Licenciada en Comunicación Social,
Magíster en Gerencia de Recursos Humanos, docente ordinaria con la categoría de
Agregada en la Universidad Politécnica Territorial de Falcón Alonso Gamero.
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