LA SISTEMATIZACIÓN DE EXPERIENCIAS: UNA HERRAMIENTA METODOLÓGICA TAN COMPLEJA COMO LA VIDA MISMA


Autora: MSc. Ana Cristina Chávez *
                                                      
                                             
                                   Estas memorias o recuerdos son intermitentes y a ratos olvidadizos             
                                   porque así precisamente es la vida. La intermitencia del sueño nos
                                  permite sostener los días de trabajo. Muchos de mis recuerdos se
                                   han desdibujado al evocarlos, han devenido en polvo como un  
                                   cristal irremediablemente herido.

                                              Pablo Neruda. Confieso que he vivido. Memorias (1974)


   “Confieso que he vivido” fue la frase elegida por el poeta chileno Pablo Neruda para titular sus memorias, publicadas en 1974. “Confieso que he vivido” me atrevo a declarar, gracias a las experiencias que he tenido a lo largo de mi existencia -matizada con risas y a veces con lágrimas, con amores y desamores-  pero perfectamente representada en esos momentos que he disfrutado por el puro placer de la vida misma.

   También en la otra vida (la laboral), muchos han sido los encuentros y desencuentros, las satisfacciones y los enojos, simplemente porque así es la vida toda: un mundo de colores diversos donde convergen múltiples emociones y sensaciones; de nosotros depende escoger si nos quedamos con los colores luminosos y vibrantes o con los carentes de luz.

   Mastretta, en su libro “La emoción de las cosas” (2012), más que un ejercicio autobiográfico, realiza un recorrido introspectivo, donde recuerdos, anécdotas y reflexiones coinciden en una exposición sentida de lo que ha sido su presencia terrenal y espiritual. De estos textos cito el siguiente por considerarlo casi como un credo vital:

Yo me comprometo a vivir con intensidad y regocijo, a no dejarme vencer por el abismo del amor, ni por el miedo ni por el olvido, ni siquiera por el tormento de una pasión contrariada. Me comprometo a recordar, a conocer mis yerros, a bendecir mis arrebatos. Me comprometo a perdonar los abandonos, a no desdeñar nada de todo lo que me conmueva, me deslumbre, me quebrante, me alegre. Larga vida prometo, larga paciencia, historias largas. Y nada abreviaré  que deba sucederme: ni la pena ni el éxtasis, para que cuando sea vieja tenga como deleite la detallada historia de mis días. (Mastretta, 2012: 267).
   Nuestras vivencias pasadas nutren el presente y abonan el camino futuro, construyéndonos, rehaciéndonos, formándonos; por eso, del texto referido rescato ese afán de sentir a plenitud cada situación, cada emoción, cada experiencia, para al final de nuestros días tener algo interesante y único que rememorar. “Vivir para contarla” expresó García Márquez (2002) en su libro autobiográfico, y vivir para contarla (a la propia vida) debemos tratar de hacer permanentemente, como un ejercicio introspectivo y de diálogo interior, para luego exteriorizar lo que fuimos, lo que somos y lo que aspiramos ser en relación con nosotros mismos y el mundo que habitamos.

   De por sí vivir la vida, en medio de nuestros conflictos y dudas existenciales ya es complejo, entonces, ¿cómo será escribir sobre ella? Pues igual de complejo, y no hablo sólo de plasmar por escrito nuestras memorias en diarios autobiográficos o reflexiones a pie de página en nuestras lecturas cotidianas; no, me refiero a un trabajo mucho más minucioso, detallado, y que amerita rigurosidad científica: la sistematización de experiencias, una herramienta metodológica enmarcada en el enfoque de investigación cualitativa y que busca, a través del registro de las vivencias de un colectivo con respecto a un hecho específico, comprender la realidad y el entramado de relaciones que se tejen en ella, durante un proceso de aprender haciendo.

   Jara (2008:74) afirma que la sistematización es un proceso complejo, diverso y profundo que constituye “sistematizar experiencias vividas, que no son solo datos, ni informaciones, ni conocimientos, sino procesos históricos-sociales”. El autor añade:

Cuando decidimos recuperar esa historia, no solamente estamos hablando de recuperar los hechos; sino que también podemos recuperar los saberes, las situaciones que se produjeron, los conocimientos y también los sentires que tuvimos. (p.75)
   Por su parte, Barrera (2010: 17)  explica que la sistematización de experiencias

consiste en la actividad indagativa destinada a presentar de manera organizada, coherente y eficiente experiencias, situaciones o prácticas, susceptibles de constituirse en aportes científicos, a partir de la especificación de sus procesos, vivencias, desarrollo teórico y aportaciones, lo que amerita un trabajo de análisis y de posterior abstracción.

  

   Así, la sistematización de experiencias se convierte en un proceso de registro de información, pero también de organización, clasificación e interpretación de datos acerca de una experiencia, de un fenómeno vivido por un colectivo de personas, ya no sólo con la frialdad de los números, las estadísticas y la objetividad de la ciencia positivista, sino con la calidez interpretativa de la investigación cualitativa, en donde conocer la red de relaciones intersubjetivas para la comprensión de los hechos, es una prioridad.


   En este sentido, debemos saber que la sistematización de experiencias es una herramienta metodológica de investigación enmarcada en la educación popular y liberadora, la cual tiene un carácter dialógico y problematizador. Al respecto, Freire (1967:84) explica que

La educación como práctica de la libertad, al contrario de aquella que es práctica de la dominación, implica la negación del hombre abstracto, aislado, suelto, desligado del mundo, como también la negación del mundo como una realidad ausente de los hombres.
   Por tanto, la sistematización de experiencias comprende –entre varios aspectos-  un proceso de reflexión sobre las relaciones establecidas entre las personas que vivieron un hecho específico, cómo toman consciencia de eso y cómo sus acciones influyen en la realidad y la pueden cambiar.

   En otro orden de ideas, Chirino (2018) plantea que para entender a profundidad lo que implica la sistematización de experiencias, hay que despojarse del concepto reduccionista que aún prevalece en la comunidad académica, al pensar que sistematizar sólo es “describir lo que sucede, describir el hecho objetivo, el hecho fáctico, el hecho material”. El investigador falconiano aclara que considerar la sistematización de experiencias como una alternativa metodológica sobrepasa ese concepto, afirmando tajantemente “más allá de describir lo que ocurre, es muy importante captar lo que pasa en lo subjetivo de las personas, que es lo que hace la experiencia.”

   En consecuencia, Chirino asegura que al sistematizar experiencias debemos destacar la dimensión subjetiva de lo sucedido, “aquello que ocurre en la mente, en la consciencia de las personas, no se trata sólo de escribir de forma ordenada lo que ocurre, se trata de captar que de eso que pasa, qué me queda, qué recojo como aprendizaje, como conocimiento”.

   De esa manera podemos afirmar que en la sistematización de experiencias confluyen la objetividad y la subjetividad, predominando esta última. En el mismo sentido, el docente entrevistado, asevera sin dudar “hay que deslastrarse de lo puramente objetivo, que me lleva a ver nada más lo que veo (lo superficial), mientras que si asumo lo subjetivo, que debe convertirse en lo intersubjetivo, es decir, en emociones, pensamientos, sensaciones de un grupo de personas sobre algo”, se trasciende y se busca lo que hay en el fondo, en la raíz de los hechos.

   A la luz de las ideas expuestas, considero que la sistematización de experiencias puede ser comparada con una bitácora de viaje -pero eso sí- una bitácora en la que se registra un viaje a la profundidad de la vivencia, en la que detallamos los hechos objetivos propios de las condiciones atmosféricas y del camino recorrido, si cumplimos o no con la ruta trazada originalmente, y registramos sin tapujos, miedos ni falsos prejuicios, lo que ocurría en nuestra mente, en nuestro corazón, cuerpo y espíritu a medida que descubríamos nuevos paisajes, nuevas personas, nuevas vivencias. Por eso, sistematizar experiencias es un proceso tan complejo como la vida misma, tan complejo y tan satisfactorio, como plasmar por escrito el viaje permanente en el que se convierte el acto de vivir y de convivir con otros.

* Docente de la Universidad Politécnica Territorial de Falcón “Alonso Gamero”


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Barrera, F. (2010): Sistematización de experiencias y generación de teorías. Ediciones Quirón, Venezuela.

Chirino, G. (2018). Entrevista personal realizada el 14 de marzo de 2018. Coro, Venezuela.

Freire, P. (1967): Pedagogía del oprimido. Editorial América Latina, Colombia.

García Márquez, G. (2002). Vivir para contarla. Editorial Norma. Colombia.

Jara, O. (2008): “Algunas reflexiones en torno a la sistematización de experiencias comunitarias. Riesgos y desafíos.” En Diálogo de Saberes. Año 1-N° 2, Venezuela, pp. 70-89.

Mastretta, A. (2012). La emoción de las cosas. Editorial Planeta Mexicana, S.A. México.

Neruda, P. (1974). Confieso que he vivido. Memorias.

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