Calladita me veo más bonita
“Los zapaticos me aprietan, las medias me dan calor y el beso que me dio mi madre, lo llevo en el corazón”. No, este no fue el poema que recité en un acto del preescolar, tampoco fue el texto que escribí en una tarjeta que le obsequié a mi mamá en su día. Nada de eso. Esta conocida y mil veces repetida décima infantil, de ahora en adelante se convertirá en mi lema de vida. Efectivamente, así como lo leen, cual muñequita de porcelana china –o wayuu, que va mejor con mi fenotipo- vestida de seda color rosa, con moñitos en la cabeza y unos lazos gigantes, me dedicaré sólo a mostrar mi blanca dentadura adornada con mis mejillas sonrosadas y boquita rojo carmesí, para permanecer como adorno de vitrina: absolutamente enmudecida, maravillosamente hermosa y eso sí, muy bien comportada, discreta y modosita, como niña de buena familia. Y es que en pleno siglo XXI parece que algunas personas de mente estrecha aún consideran que un individuo con criterios propios e ideales, se convierte en u...